viernes, 27 de febrero de 2015

Un demonio llamado Amor

Este mes, que supuestamente está lleno de romanticismo en el aire, me pasaron un montón de cosas que apenas y me dieron ganas de escribir entradas en el blog. No obstante, a pesar de eso, decidí que no me dejaría caer ante aquella depresión que conlleva un corazón roto, pero lo cierto es que me afectó más que otras veces.
No es que el chico en cuestión con el que andaba fuera una blanca palomita. De antemano, yo ya sabía con quien me estaba metiendo y estaba dispuesta a sufrir las roturas de corazón que fueran necesarias, puesto que yo deseaba saber de que se trataba, aunque nunca más fuera la misma...
No sé bien si fue a traición o porque en realidad quería protegerme (cómo él lo anda diciendo a cada rato), pero lo cierto es que aquello me dio un vuelco en el corazón como nunca imaginé que podría sentir. A nuestra edad, es increíble que todavía recibamos vuelcos en el corazón...
Y aún más, que nos hagan llorar como niños.
A veces creo que entre más pasan los años, más intensas se van volviendo las emociones, pero también es cierto que en ocasiones las vamos sobrellevando... aunque eso no implica que nos afecte, puesto que el ser humano nació con ese don para sentir.
Para curarme, en todo febrero tuve que hacerme regalos. Odiaba ver a las parejas dándose regalitos y yo prefería esconderme en las tiendas de discos o de libros, y me tuve que agarrar también mi dosis de chocolates.
Para curarme, o más bien, para sobrellevar la ruptura, me puse a leer dos libros de Gabriel García Márquez: El amor en los tiempos del cólera y Del amor y otros demonios. El primero siempre lo tomo cuando algo me pasa en relación con el amor, puesto que me identifico mucho con Florentino Ariza, quien espera a encontrarse con su primer amor mientras intenta conocer a otras personas para olvidarla, pero lo cierto es que nunca la olvida.
Y lo más extraño, que a pesar de todo, uno siempre termina recordando las cosas buenas de cada uno de esos amores y sí se logra sobrellevar, puede uno seguir manteniendo amistad con ellos.
Del otro... bueno, me puse a llorar porque casi casi me sentí identificada con la historia que traía. En ocasiones, parecía que leía los momentos en los que llegué a confiar en esa persona que me juraba que nunca había sentido lo que sentía por mí...

El amor es una flama que se enciende en el pecho y nos recorre el cuerpo entero; por más que uno quiera huir, esa llama va devorando y uno parece dejarse llevar. Es un demonio que se va incrustando en nosotros porque nos hace que realicemos cosas impensadas con tal de calmar ese fuego que nos devora...
Yo no sé aún, como calmar esa ansia terrible...
aunque a lo mejor no hay cura y sólo queda aceptarlo...

Finalmente, una reflexión final que escuché un día por ahí:
"Hay días en los que no quiero vivir, no quiero trabajar, no quiero saber nada de la vida... entonces, luego me acuerdo de una personita que sé que me quiere y siempre me espera... y al verla, siento que todo vuelve a ser luz... sólo por eso... sigo creyendo".

miércoles, 18 de febrero de 2015

Una carta escrita a computadora


Mi delirio de primavera agonizante:

Entre chispazos quiero entender tu alma
Entre chispazos ansío tu amor completo

Anhelo soñar todas las noches contigo
y despertar para descubrirte a mi lado

 
Te amo con tus cicatrices, 
con tus desasosiegos, 
con tus miedos y
 con tus tragos amargos.
¡Hey, bonito! 
¿Te has dado cuenta que hasta
 en tu tristeza y desesperación
 me pareces bello?

La belleza está en el
fondo de tu corazón
y desde aquel día de julio, 
decidí sumergirme en él,
así terminara ahogándome
mientras busque esa joya 
que alberga tu interior.

Lo sé, porque la he visto y sé que ahí está...