Realmente no soy muy dada a leer literatura de mi país (lo cual es muy malo), pero me causó curiosidad que justamente ahora que me aventuré a leer tres libros seguiditos, tenían un punto en común, que es justamente el título que viene a esta entrada.
Los libros que leí esta vez son:
La rebelión de los colgados, de B. Traven;
Balún Canan, de Rosario Castellanos, y
La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes, que si los acomodamos cronologicamente, el primero habla de cuando comienza la revolución, el segundo de cuando se da el reparto de tierras y el último, del México contemporáneo después de la Revolución...
Pero, en los tres encontramos justamente esa lucha de clases, de cómo los más pobres empiezan a levantarse en contra de aquellas personas que siempre los han subyugado, aunque de diferente manera, pues en el primero puede verse el despertar de los trabajadores, en el segundo observamos cómo se sentían amenazados los hacendados ante la nueva reforma del presidente Lázaro Cárdenas acerca del reparto de tierras y en la última podemos ver cómo es que algunos caudillos aprovecharon las oportunidades, buenas o malas, para llegar al poder.
Es a partir de esta primera premisa como pretendo hacer el siguiente estudio literario.
La revolución, ¿trajo buenos cambios o sólo hizo más daño?
A estas alturas, a ya más de 100 años de que se empezó el movimiento, han sucedido diferentes cambios en México, y si bien acá nos enseñan en la escuela que la lucha era necesaria por todas las explotaciones que vivían tanto los campesinos como los obreros de fábricas, he de admitir que al leer estos tres libros se me abrieron demasiado los ojos para comprender que tal vez no era tan necesario arrasar con todo, sólo se debía procurar por que se dieran mejores condiciones de vida. No obstante, cómo dice por un lado en
La rebelión de los colgados, habría que hacer un sustito para ver si así los hombres en el poder reaccionaban, aunque, tal como lo señala Carlos Fuentes, en el libro que utilizo en esta ocasión, los caudillos comenzaron a corromperse y al mismo tiempo, de repente ya no sabían ni por qué luchaban.
No intento dar opiniones sobre la situación actual del lugar en donde vivo, sino simplemente señalar cómo es que escritores de esa época comenzaban a ver un panorama que se veía en ese entonces.Y precisamente ahora es cómo viene a colación Balún Canan, pues me llamó mucho la atención que se tocara la versión de los hacendados, pues en este libro vemos cómo se sienten amenazados ante la reforma agraria, que si bien parecía ser el indicador de algo bueno para la mayoría de los campesinos, los dueños de ranchos y haciendas supieron de antemano que todo eso terminaría con los sueños que habían forjado por años.
Lo interesante en Balún Canán es que se ve cómo toman los hacendados esta noticia, además que a la vez nos descubre que estos se consideraban protectores de los indígenas, a quienes consideraban como seres inferiores.
Pero lo cierto, es que los indígenas de México, son los verdaderos dueños de la tierra, ya que ellos estuvieron antes que los españoles llegaran y empezaran a apoderarse de todo. No obstante, tal parece que ante la invasión se vuelven vulnerables y por lo mismo, comienzan a aceptar esta forma de protección.
En principio, la repartición de tierras fue buena. Como dice Octavio Paz en
El laberinto de la soledad, esto trajo grandes beneficios a los campesinos, pero el gran problema fue que de pronto vino un gran crecimiento demográfico y de repente, ya no se necesitaban tierras cultivables, sino tierras para construir, cosa que ha venido causando desequilibrio desde entonces.
Para solventar el problema, si mal no recuerdo, los gobiernos de los 90 quitaron la propiedad comunal y otorgaron tierras a los campesinos, y muchos de ellos comenzaron a venderlas. De esta manera se dio otro crecimiento demográfico donde ahora sólo vemos casas y casas construidas, pero sin habitar, mientras que los ranchos y haciendas que algún día dieron esplendor al campo, parecen quedarse en el olvido.
Panorama actual, siglo XXI
Hace poco, surgió la noticia de que unos jornaleros exigían mejores condiciones de vida y un aumento de salario. Eran campesinos que fueron relegados por las grandes industrias que se valen de algunos ranchos y cultivos para exportar hacia el extranjero.
Y es increíble pensar que después de todo, aún existen lugares en donde se explota al campesino. Y más cuando cada una de las acciones que supuestamente ha hecho el gobierno, son para beneficio del agro. Pero en realidad, está más que abandonado, pues como siempre, las utopías sólo quedan en utopías.
Pese a todo, el campo sigue en pie, o al menos intenta no caerse... pero aún así, se sigue abusando de los jornaleros, de quienes en realidad, depende mucho...
Por eso creo firmemente, que este es el comienzo de otra forma de que el oprimido deja de engañarse por el opresos y espero que en esta ocasión, sí haya un equilibrio.